Llevamos cuatro días de nuestro segundo "ensayo de convivencia", y la vida se nos impone por momentos.
Lo cual es estupendo, la verdad.
El único punto malo es que los horarios de trabajo no nos coinciden, y no nos vemos tanto como quisieramos. Yo estoy trabajando de mañana , llego a casa pasadas las tres, y él ya se ha ido.
No vuelve hasta casi las once, y eso con suerte.
Cada mediodía encuentro al casa sola, pero con el detalle inusual de encontrar comida preparada,( algo a lo que no estoy acostumbrada desde hace mucho tiempo), y una nota cariñosa sobre la mesa ( algo a lo que nunca tuve ocasión de acostumbrarme). Le he dicho que no se moleste, que yo como cualquier cosa , pero dice que de eso, ni hablar.
Tengo que pasar la tarde sola, salvo que salga o quede con alguien. Sola quiere decir que G no está conmigo. Pero me llama por telefono. O le llamo yo a el, cosa que me ha costado atreverme a hacer. Siempre pienso que el voy a pillar en mal momento, pero el dice que , para una llamada mía, nunca es mal momento.
A pesar de que me dijo que, puesto que el llegaba tan tarde, no le esperase para cenar, a mi me gusta cenar con él, pero.... lo que no me gusta es hacer la cena.G cocina extraordinariamente bien.,y yo... Bueno, para mi, un sinónimo del verbo cocinar es guisar y otro es perpetrar.Normalmente es que ni lo intento, porque cualquier precocinado supera con creces a lo que yo pueda preparar.
Pero me riñe cuando ve que recurro a preparados, me da unas charlas sobre cocina sana que ni os cuento.. De manera que , ayer preferí intentarlo.No porque me moleste que me riña, sino porque viene cansado, y quise que pudiera tomar algo medianamente digno de llamarse cena. Pero, dados mis escasos conocimientos y mi nula destreza, opté por algo fácil. Hice una ensalada ( con muchos ingredientes, no solo lechuguitas de colores), la aliñe bien, la puse en una fuente , bien presentada, y preparé un pescado a la plancha. A la plancha de verdad, no al microondas.Y como se que no le hace gracia ninguna de mis costumbres relativas al postre ( no le parece bien que tome dulces, que no me guste mucho la fruta, que diga que no tomo yogur porque es un asco y está lleno de bacterias, etc, etc), decidí juntarlas todas y prepare un batido con fruta y helado, y rallé un poquito de chocolate encima.
Le observé mientras cenabamos. Mas nerviosa que una quinceañera en su primera cita. Y sintiendome un poco idiota, pensando que en realidad, eso que a mi me había costado tanto trabajo lo podía hacer el cien veces mejor en diez veces menos tiempo y con una mano atada a la espalda. Y sacando , mentalmente los fallos yo misma.
Pero después de cenar, me dijo que se notaba que había hecho un gran esfuerzo, que todo estaba muy bueno, y que apreciaba mucho el interés que me había tomado. Y se sentó en el sofá, abrazándome, y diciéndome lo contento y lo feliz que se sentía.
UFF. No cambiaria ese momento por nada.
Precioso... simplemente precioso. Me encanta ver que la gente es feliz. Esos momentos, son felicidad, son complemento del deseo, es cuando todo se perdona y un solo alma convive en dos cuerpos.... Espero algun dia escribir algo tan bello como esto que has escrito... porque no es fantasia, sino realidad.
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